Elías acaba de cumplir 18 años, resultó apto para el servicio militar obligatorio y el Ejército Nacional enfrenta una guerra contra grupos armados organizados en zonas rurales.
Como Elías, personaje de Amparo (del director ganador de la Palma de Oro Simón Mesa Soto), hay miles de jóvenes en Colombia, aproximadamente 60.000, que anualmente deben prestar servicio militar obligatorio. 95% de los cuales, según cifras de la Defensoría del Pueblo, provienen de los estratos 1, 2 y 3.
Aún hoy, décadas después de los años en los que sucede el argumento de la película, jóvenes como Elías en ciudades como Medellín, Bogotá o Cali viven la incertidumbre de caer en lo que se conoce como batidas ilegales, prácticas irregulares en las que el Ejército los conduce arbitrariamente a distritos militares.
En Colombia, la guerra, la desigualdad, la corrupción y el machismo son fenómenos estructurales que permean las instituciones del Estado, pero también las relaciones sociales; y que posibilitan que emerjan figuras como la de “el tramitador” , haciendo que la guerra sea solamente para aquel que no tiene cómo pagar para evadirla y, en especial, para los jóvenes de los sectores más indefensos y alejados de la preferencia del Estado.
Para Mesa Soto, Amparo es una película que refleja estos fenómenos y, a su vez, “lo violento que es padecer una sociedad como la colombiana desde sus bases, mediante la historia de una madre intentando, a través de un acto de corrupción, evitar que su hijo forme parte de las filas de la guerra”.
Y aún hoy, como lo expresa la Acción Colectiva de Objetores/as de Conciencia (ACOOC), la libreta militar es una condición para acceder a el Derecho al trabajo en el sector público y en el sector privado.
AMPARO , con fecha de estreno en Colombia el 28 de abril, confronta al espectador durante 95 minutos con la realidad que viven estos jóvenes cuyos rostros, invisibilizados para una sociedad que les ha dado la espalda, pero dignificados en la pantalla, nos cuestionan sobre la existencia de alternativas que no sean vestir un camuflado o portar un arma.
En Colombia cualquier joven con convicciones contrarias a la violencia, el conflicto armado y el uso de armas, puede declararse como objetor de conciencia al servicio militar obligatorio.
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